Las aficiones del Barcelona y del Real Madrid rivalizaron en cánticos y colorido en el Estadio La Cartuja de Sevilla en los prolegómenos de una final de la Copa del Rey que reedita el Clásico del fútbol español, con un equilibrio ambiental y enorme expectación en las gradas del remodelado coliseo hispalense, que ha ampliado su aforo de 60.000 a unos 72.000 espectadores.

Tras llenar de color y fiesta desde la mañana de este sábado las zonas monumentales del centro de la capital andaluza, así como las dos ‘Fan Zone’ ubicadas en ambos extremos de la Isla de la Cartuja, los seguidores azulgranas y blancos fueron llegando progresivamente al estadio, sorteando las dificultades tradicionales de sus accesos, y el nuevo graderío comenzó a llenarse bajo el ritmo de la música que sonó por sus altavoces.
Hubo conexiones en directo, por el videomarcador del estadio, con las dos zonas reservadas a los hinchas de cada equipo, vitoreadas o silbadas según los colores de cada uno por los grupos de aficionados, aún escasos, que ya se encontraban dentro del recinto en una jornada de mucha calor en Sevilla, con unos 28 grados de máxima.
Ajenos los incondicionales de cada equipo a las polémicas y la controversia que han rodeado esta final copera en la víspera, por las declaraciones en la previa de los árbitros De Burgos Bengoechea (principal) y González Fuertes (VAR) y la negativa del Real Madrid a participar en la rueda de prensa, entrenamiento y cena oficiales, ambas hinchadas aguardaron con ilusión a que sus jugadores pisaran el césped del estadio sevillano.
Los primeros en hacerlo fueron integrantes de la delegación del Barcelona, que saltaron casi una hora y media antes del comienzo a la nueva alfombra verde de La Cartuja ante la euforia y los gritos de ánimo de sus seguidores, en un estadio que lució dos leyendas en cada uno de sus fondos.
Así, se podía leer «¡Hala Madrid!… Y nada más» en la parte más alta del Gol Norte y «125 Anys D’Història» en la del Sur, cada una de ellas con los respectivos colores blanco y blaugrana de cada equipo.
Riadas de aficionados de los dos ‘grandes’ del fútbol nacional fueron afluyendo por las avenidas aledañas a La Cartuja, donde, en medio de un gran ambiente y con casi la totalidad de sus gradas ya pobladas, subieron los decibelios cuando los porteros de ambos conjuntos salieron a calentar, fueron anunciadas las alineaciones y sonaron los himnos de cada club.
La emoción desbordada y el entusiasmo generalizado se acrecentaron cuando saltaron al campo los dos equipos sobre las 21.20 horas. El estadio era ya un hervidero de cánticos y silbidos según los intereses de cada cual, y era casi imposible escuchar algo más allá que los ánimos y gritos que salían de las gargantas de los más de 72.000 espectadores que se dieron cita en él.
Sorprendió, por lo llamativo y por haberlo llevado en secreto al realizar el entrenamiento oficial del viernes con un gorrito negro cubriendo su cabeza, la nueva imagen de una de las estrellas del Barcelona, el joven extremo Lamine Yamal, quien apareció sobre el césped con el pelo teñido de rubio para jugar su primera final de la Copa del Rey.
La música, a toda potencia en el remozado Estadio La Cartuja, que alberga su sexta final copera consecutiva, aumentó su potencia y con ello las emociones, alegrías, ilusiones y ganas de fiesta de las parroquias madridista y azulgrana, coincidiendo con la vuelta a los vestuarios de los jugadores que protagonizarán un Clásico muy especial, pues no se medían en una finalísima de Copa desde hace once años (2-1 favorable al Madrid en 2014, en Valencia).
Con la iluminación del estadio apagada y miles de luces de teléfonos móviles alumbrando desde las gradas, el trofeo de la 123 edición de la Copa del Rey llegó volando, portada por un piloto en un dron, y fue recogida en el césped por un chico vestido con una camiseta del Athletic Club de Bilbao, vigente campeón, para posarla en el centro del campo.
Un dispositivo de más de dos mil personas, de ellos 1.400 de Policía Nacional y 230 de la Local, están velando por la seguridad de los más de cien mil aficionados desplazados a Sevilla, muchos sin entrada, frente a los 26.031 de cada equipo que esta noche se darán cita en el remozado estadio de La Cartuja, con un aforo de 72.000 espectadores.
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