¿Qué le ha pasado al Lyon, el equipo que dominaba el fútbol francés a principios de siglo, que vio su influjo moderarse con la llegada de capitales extranjeros a otros clubes y que tras la venta a un multimillonario estadounidense ocupa el último lugar de la liga francesa?
Nadie en Francia se explica el descenso a los infiernos de una formación que hace tres años se colaba, por segunda vez en su historia, en semifinales de la Liga de Campeones en detrimento de grandes escuderías como la Juventus de Turín o el Manchester City.
Desde entonces, la degradación ha sido permanente, institucional y también deportiva, hasta que tras la derrota sufrida este domingo contra el hasta ahora colista, el Clermont, le ha situado como último de la tabla, con solo 3 puntos en 9 jornadas y como único equipo que todavía no conoce la victoria.
Todos los fantasmas planean sobre el Lyon, convertido en el hazmerreír del fútbol francés, incluso para sus propios aficionados, que despidieron al equipo con cánticos de «estamos en segunda».
Una perspectiva que el propietario del club, el estadounidense John Textor, considera «imposible», por «la calidad del equipo» y por «el juego que practican» que está «lejos de los que suelen bajar a segunda».
Pero que los resultados abonan, porque las estadísticas apuntan que pocos equipos se salvan de la quema con tan poco bagaje de puntos en tantas jornadas.
En nueve jornadas, el equipo ha quemado ya a dos entrenadores. Laurent Blanc, que con poca fe fue mantenido en el puesto, fue despedido tras las cuatro primeras jornadas, con el equipo ya colista del campeonato, y sustituido por el poco experimentado Fabio Gosso, exjugador del club, que en las cinco siguientes no ha sabido aportar reacción alguna y que ya está en el disparadero.
Los pilares del equipo no responden. Dejan Lovren, Corentin Tolisso y Alexandre Lacazette, que retornaron la pasada campaña para redorar el blasón lionés, son sombras en el campo, al igual que el histórico capitán, el portero Antony Lopes, desconocido esta campaña.
No pinta mejor en el caso de los jóvenes, simbolizados en Rayan Cherki, una de las estrellas de la selección francesa sub-21 y una sombra cuando juega con el Lyon.
Crisis institucional
El banquillo cuestionado, la plantilla burlada, las cosas no van mejor en el aspecto institucional, donde nadie ya en Lyon cree en Textor, que llegó como el hombre providencial para afrontar una nueva época y parece que no está respondiendo a lo esperado.
El multimillonario estadounidense, que cuenta en su cartera con el Botafogo, el Crystal Palace o el Molenbeek, están fracasando en Lyon, equipo que adquirió en diciembre de 2022.
Su nombre apareció como una oportunidad para que el Lyon se colocara a la altura de otros clubes franceses regados con capitales extranjeros, como el PSG catarí o el Olympique de Marsella de su compatriota Frank McCourt.
Era la ocasión de pasar la página de Jean-Michel Aulas, el histórico propietario, un empresario local que se hizo con el club en segunda división en 1987 y lo encumbró a las cimas del fútbol francés a principios de este siglo, en el que también se codeó con los grandes de Europa.
Basado en un modelo económico sostenible, el Lyon fue ascendiendo peldaños, hasta que la dura competencia de otros clubes le fue relegando a un papel secundario que los aficionados vivían con el tanto recelo como ilusión causó la llegada de Textor.
En un primer momento, el propietario siguió contando con Aulas, pero sus relaciones se fueron torciendo hasta que un año más tarde dio un portazo y llegó a denunciar por difamación al estadounidense.
En paralelo, la situación deportiva se fue degradando, el Lyon carece de un plan de futuro creíble y los resultados le mantienen en la cola de la tabla. Un futuro incierto para un club con mucho pasado.
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